Un suave aroma a limón desnuda el paladar de la memoria, cuatro notas inertes, suspendidas y átonas susurran el poniente en las caderas del viento y el silencio y la sed perfilan los contornos del páramo del alma. Desde la oblicuidad de la penumbra acontecen las horas del desvelo.
3 comentarios:
Me encanta la voz de Lhasa.
Y las canciones que dejas, que siempre traen paz (precisamente a mí, quién lo iba a decir). Y me encanta que vuelvas.
Por muy desierto que sea, siempre está vivo.
Besos y un abrazo.
Ese es bueno
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