
Si miras ahora a través del cristal me verás haciendo garabatos, como cada mañana cuando escribo
NEUB
AÍD
en todos los idiomas que conozco detrás de la mampara de la ducha.
Me enseñaron a utilizar el brillo multicolor de los charcos para pintarme las mejillas y a cantar bajo la lluvia cuando el perro me saca a pasear.
Los primeros jueves de cada mes, susurro algunas melodías en Re menor y practico el arte del equilibrio sobre la pelota roja de mi salón.
Y si a las cinco de la tarde aún no encuentro un motivo para sonreir,
[nO pRobLem],
cuando llegue la noche, jugaremos a desenroscarnos la cabeza, abriremos un (paréntesis) de algodón y albaricoque e inventaremos alguna palabra para lanzar, como sinónimo de caricia, al mar.